Bien es sabido que el trading exige un autocontrol casi
militar para tener consistencia en el tiempo, sobre todo los operadores que
trabajamos con nuestro capital. Al estar constantemente en conflicto con
nuestro propio dinero, nuestro subconsciente tiende a presionarnos sobre la necesidad de ganar y nos crea una sensación de
temor inmenso si pasa lo contrario.
El ser humano nace sin ruido en su forma de pensar, es totalmente neutro a las consecuencias de la
vida aceptando las cosas positivas y negativas como simples consecuencias
de la existencia. Aplicado al trading sería aceptar las pérdidas y las ganancias como parte del proceso, sin
ponderar con sentimientos negativos las primeras y con positivos las segundas.
Sin embargo, cuando crecemos, ese estado neutro en el que
nacemos se va apagando y empezamos a sentirnos influidos por todo nuestro entorno,
el cual nos educa para buscar la seguridad y siempre prevenir el riesgo. Esto se
traduce en un miedo tremendo a la falta
y, en el lado contrario, un gran sentimiento
de euforia a la ganancia. Al fin y al cabo, lo que se potencia es la
avaricia innata que tenemos las personas.
Pero como hemos recalcado, todos nacemos limpios de ese
ruido y ese estado permanece en alguna parte de nuestro subconsciente. El trading requiere encontrar ese rincón
en el que somos neutros a las consecuencias negativas o positivas de cualquier
acto, ya que las asumimos como parte del proceso. Es el juego de la vida.
Y el trading es un acto más de nuestra vida, por tanto
tendrá resultados positivos (ganancias) y negativos (pérdidas) y debemos
asumirlos como tal. Cuando se logra encontrar ese estado es cuando nacen los
grandes traders.
Trabajemos en conocer nuestro interior para mejorar el
autocontrol emocional que exige el trading. Busquemos nuestro rincón interior,
para mí, ahí está el verdadero secreto
del trading.
¡Saludos!
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